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La granja que no conocí porque todo lo que sé es porque me lo han explicado. Era hacia finales del siglo XIX, en tiempos de mi tatarabuelo Esteban y mi bisabuelo Máximo. 4 bueyes, 4 yeguas y una burra eran los motores para trabajar los campos. Gallinas, pollos, capones, patos, conejos, cerdos, dos vacas y un rebaño de ovejas. Estas eran las especies que se criaban. Pero de hecho, quería comenzar con el significado de una granja en aquellos momentos y cómo era la simbiosis de los animales y los humanos.

Nada que ver con lo que las generaciones que vivimos en estos momentos en el mundo actual nos podemos imaginar sobre una granja. Ni el espacio, ni la alimentación, ni la forma de tratarlos tiene nada que ver.

El rebaño de ovejas que había en Els Masos d’en Coll, Can Barnosell, era el que proveía de dinero por la venta de los corderos. El rebaño pastaba en campo abierto y por las montañas de los alrededores, y los corderos una vez tenían el peso adecuado eran recogidos por el tratante de ganado. El rebaño era libre, bueno, libre no, campaba libre vigilado por el pastor, solo se estabulaba por la noche.

Las vacas eran para proveer de leche.

Las gallinas proveían huevos.

Los pollos y conejos, carne.

El cerdo era para obtener embutido y carne.

Si se obtenía más producción de la que se consumía en la familia, solía llevarse al mercado.

Cuál era el proceso y funcionamiento de la granja. Los animales eran alimentados de manera natural, en muchos casos con sobras de la producción y/o del consumo familiar.

Los animales de la granja.

Los conejos estaban en conejeras, eran construcciones adosadas a una pared, de obra, con una pequeña puerta con tela, para alimentarlos les daban determinadas plantas que salían solas por el campo, como el llantén, la hierba buena y su ración de cereales. El conejo era una buena opción para alimentación, es bastante productivo, el sacrificio y despiece no es complicado y fácil de cocinar. Lo que no recuerdo es que me dijeran algo sobre si hacían algo con la piel.

Las gallinas correteaban libres por el mas, encerradas por la noche en el gallinero donde tenían un comedero con cereales triturados o quebrados. Los huevos y las tortillas, como fuente de proteína, tan necesaria para poder trabajar haciendo esfuerzos cada día. La cocina de aprovechamiento era obligada en aquellos tiempos, comer verduras hervidas para almorzar y tortilla de verduras o patatas para cenar. Un huevo frito cuando no había carne. Además, la ventaja que ahora se desconoce porque hoy no es lo mismo, un huevo recogido de la ponedora hoy, si lo guardamos en un lugar fresco, que no es la nevera, puede durar casi un mes. Imaginaos lo importante que era eso. Las gallinas no ponen cada día y además tienen épocas. Al durar tanto tiempo permitía gestionar mejor su consumo.

Ah, no nos olvidemos de hablar de las gallinas cluecas, sí, las gallinas que empollaban los huevos. Cuando se quería que nacieran pollitos, se dejaba que una gallina se volviera clueca, esta dejaba de poner huevos y se cogían unos 15 huevos que se ponían en una caja con la gallina dentro y se tapaba durante un par de días para que no se escapara y se quedara allí. La gallina aumenta la temperatura corporal más o menos hasta los 39º, la incubación de los huevos se produce a partir de los 37º-37,5º, al cabo de 21 días, naciendo los pollitos, que curiosamente cuando la gallina saltaba del nido y iban por el suelo, lo primero que hacen es picar, picar y comer. A partir de aquí a crecer.

Los pollos. Del grupo de pollitos que habían nacido, algunas pollitas serán guardadas por gallinas ponedoras y todo el resto se dejará crecer y cuando sea lo suficientemente grande se sacrificará para comer. Si mis antepasados probaran el pollo que ahora hay en las carnicerías, seguro que no lo querrían comer. El pollo de antes era un pollo hecho, de más de tres meses de engorde, carne hecha y sabrosa. Un poco más dura, seguro.

Y los capones, probablemente muchos de ustedes no habrán ni oído hablar de los capones. Pero en aquel tiempo eran habituales, no les diré que todos los pollos pasaban por aquí, pero sí muchos, sobre todo cuando se quería hacer crecer mucho para algunas comidas especiales. El capón para Navidad. Los capones son pollos castrados, sí, castrados, les han quitado los testículos. Como todos los animales castrados, pierden el poder de fecundar y también gran parte de la virilidad, esto hace que la energía que deberían gastar en intentar procrear, la lucha con otros similares, los esfuerzos por obtener un apareamiento desaparezcan y toda la energía que ingieren vaya a crear masa muscular y grasa. Por eso los capones eran más grandes, frondosos y rechonchos (como decían los viejos), que significa que tenían carne. Por eso en las fiestas mayores, o fechas señaladas, era habitual cocinar capón asado.

El cerdo, solía estar cerrado con una cuadra, los cerdos libres y buscando comida eran un peligro para el cultivo del huerto, en un momento podían destrozar todo el huerto. Se les alimentaba con los restos vegetales de la cocina, con remolacha, nabo y muchos cereales. Hay que pensar que el animal llegaba a pesar más de 160 kg. Por lo que tengo entendido, de hecho, había una hembra y un verraco (macho para cubrir), cuando criaba se guardaba uno o dos cerdos para la matanza y el resto se vendía a vecinos para que ellos mismos los engordaran o algún tratante de ganado. Una de las cosas interesantes y que en la actualidad es difícil de entender, es «ir a menar a la cerda», es llevar la cerda o porca cuando estaba en celo a otra casa donde tenían un verraco para cubrirla, así no todo el mundo tenía que tener un animal que se tenía por poco productivo, pues solo cubría un par de veces al año, pero comía todos los días. Ahora no piensen que cargaban a la cerda en un carro o remolque, no, se llevaba caminando por el camino, normalmente con una cuerda atada al tobillo de la pata trasera para que no se le ocurriera escaparse.

Ay, en aquellos tiempos, que «de la mierda hacían estiércol».

Las vacas también estaban en la cuadra. Para optimizar los espacios solían estar atadas, el forraje del campo era toda la alimentación que recibían, aparte de forraje seco y almacenado. El objetivo era disponer de leche, no de carne. Por eso se cubría la vaca y una vez paría, unos nueve meses después de la cubrición, ya tenían leche. A partir de ahí el ternero crecía, al cabo de unos meses se destetaba y se seguía ordeñando la vaca. Las vacas pueden dar leche muchos meses y por tanto no se producía una nueva cubrición hasta que la producción había bajado tanto que ya no había suficiente. Es por eso que normalmente se tenían dos vacas, que se alternaban en la producción de leche.

Los terneros, por lo que tengo entendido aquí en la masía, no se mataban los terneros, se engordaban y se vendían, supongo que el motivo era que guardar en aquel tiempo la carne no era como ahora, y un ternero son muchos kg de carne. Además, eran una buena entrada de dinero, que bien iban.

Bueno, hasta aquí lo que de muy pequeño me contaron sobre cómo era la granja de animales en la masía. En el próximo artículo les explicaré lo que yo sí he vivido. Continuaremos viendo cómo mi abuelo tenía vacas, mi padre puso una granja de cerdas y yo más adelante una granja de conejos y un rebaño de cabras, además de cómo se tenían las gallinas y los pollos.

 

 

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